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sábado, 6 de octubre de 2012

Capítulo 6- Traición

El día de irnos Alium y yo estábamos nerviosos. Nid tenía clase por la mañana. Vino a su habitación para hablar conmigo. Estuvimos tres cuartos de hora pegándonos y el resto del tiempo hablando:
-¿Vas a contarle a Nid que eres su prima?- preguntó Alium cogiendome las manos para que parase de pegarle.
-¡Ni loca! ¿Para qué? Mejor así. Que me recuerde como una mala amiga que intentaba huir.
-Tienes razón porque...- empezó a decir Alium. No acabó. Nid abrió la puerta. ¿Nos habría oído? Al parecer no, porque echó a Alium. Pasamos el resto del día hablando normal. Vino Alium y yo aproveché para bajar al jardín con las cosas que nos llevaríamos para el viaje. Subí otra vez. Abrí la puerta y me encontré a Alium besándose con Nid. Me di la vuelta corriendo. Alium me persiguió. Me alcanzó. Así solo consiguió que le pegase una bofetada y una patada en la rodilla que le desequilibró y consiguió que se cayese. Seguí corriendo. Me sentía traicionada. Empecé a llorar. Llegué al jardín. Cogí mi mochila y me fui corriendo. Huí hacia la frontera. Los guardias no me vieron y logré salir de allí. Me sentí libre por primera vez en varias semanas.
De la tristeza por lo de Alium pasé a la rabia. Iba caminando con fuerza por el bosque. De repente, pisé al lado de una raiz de un árbol. La tierra de ahí cedió y caí en un agujero. Era pequeño, oscuro y estrecho. Empecé a respirar cada vez más rápido. La claustrofobia no me dejaba estar ahí. No llegaba arriba. No podía escalar ahí. Cerré los ojos. Me senté en el suelo. La mochila se había quedado arriba. Me pareció que mi alma se empequeñecía, que me llenaba de oscuridad, que me hacía más pequeña. Me pareció que oía la voz de Alium y me alegré. No me lo pareció. ¡Estaba oyendo la voz de Alium!
-¡Níaa! ¡Niadiciaa!
 Grité:
-¡Aquí!
Me levanté. Vi como Alium asomaba la cabeza y lanzaba una cuerda. Me agarré a la cuerda y subí, saliendo del agujero. Me senté en el suelo, respiré hondo y, sin mirar a Alium cogí mi mochila.
-Nía...
-Gracias Alium. Me voy- dijé yo, sin mirarle aún. Y echándo a correr.
-¡NÍA!- gritó echando a correr detrás de mi. Me cogió el hombro y me paró. Yo miré con mucho interés el agujero en el que me había caído.
-Nía, escúchame por favor. No fui yo. Fue Nid. Fue ella la que me besó a mi. No yo a ella. Por favor Nía. Creeme. Es la verdad. La única verdad.
Le miré. Él supo por mi mirada que le había perdonado. Me besó. Le cogí la mano y caminamos. Hacia nuestro pueblo. Juntos.

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