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domingo, 30 de septiembre de 2012

Capítulo 3-Reencuentro

Alium. Apareció por la puerta y me pareció que el lugar se iluminaba. Me vió y empezó a reirse en silencio señalando la falda, dejando pasar a alguien que por las descripciones de mi madre debía ser el rey, presidente, tirano... Como lo llamasen. Fui a tomar nota y Alium dijo:
-Nía...-esta vez dejó de reirse.
-Alium... ¿Cuánto tiempo, no?
-¿De que os conoceis?- preguntó Enémesis, perplejo.
-A mi me secuestraron con él en la pelea del otro día-dije yo, intentando parecer adorable.
-Comprendo... ¿Por que te dejaron aquí?
-Eso me gustaría saber a mi.
-A mi me gustaría saber porque llevas falda-dijo Alium, volviendo a reirse.
-Es falda pantalón-dije sacándole la lengua. Alium soltó una maldición en voz baja.
Enémesis estaba perdido en sus pensamientos. Dijo:
-¿Cuántos años tienes?
-Doce. Trece dentro de nada.
-Enana...-dijo Alium en broma.
-Casi trece... Mira, tengo una hija de esa edad. ¿Te gustaría trabajar en el castillo? Como su amiga. Para que no se aburra. Se aburre muchísimo estando sola. Además tu amigo trabaja allí. Limpia la habitación del profesor de mi hija.
-¡Sí! Estar aquí es muy aburrido y agotador, señor...-dije yo fingiendo no saber su nombre.
-Enémesis. Me llamo Enémesis y mi hija, que está en casa, Endranidia. Le llamamos Nid.
-Nid... Lo recordaré-dije yo, sonriente.
Enémesis se levantó a hablar con el dueño del bar. Vino sonriente y me dijo que me podía ir. Fui a el cuchitril donde dormía, cogí la ropa que tenía allí y nos fuimos. Nos metimos en ese coche raro y arrancó. Me mordí las uñas. Alium me revolvió el pelo, que tenía recogido en un moño, intentando tranquilizarme. Llegamos al castillo. Salí y empecé a respirar hondo. Enémesis me miró y dijo:
-¿Claustrofobia?
-Sí.
-Tranquila, yo también tengo. Todas las habitaciones del castillo son muy grandes. Aunque me parece que la mía no es tan grave como la tuya.
Me llevaron dentro. Me presentaron a Nid. Me parecía mucho a ella. Ella tenía el pelo marrón muy oscuro y corto y yo negro y largo. Pero teníamos los ojos iguales y si se dejaba crecer el pelo y estábamos en un sitio oscuro no habría quien nos diferenciase. Claramente, no dije a nadie que Nid era mi prima. Nada más verme, dijo:
-¿Otra vez, papá? ¡Estoy bien como estoy, no necesito amigas!
-No es solo para que sea tu amiga, también es para que cuide de ti. Estás siempre perdida por el castillo. Dormirá en tu habitación. Les diré a las criadas que te preparen una cama-dijo dirigiendose a mi.
-De acuerdo...
-Nidia, llévale a tu habitación.
-Vale...
Me llevó a la habitación.
-Mira...-me dijo-no tengo intención ninguna de ser tu amiga. Te odio, igual que odio a todas las chicas que trae mi padre.
Me callé. No había empezado muy bien con Nid...

viernes, 28 de septiembre de 2012

Capítulo 2- Enémesis

La historia me la contaba a los nueve años... Mi madre se sentaba en el sillón y empezaba a contar:
-Era la mañana de las elecciones. Las semanas anteriores la gente había estado colgando anuncios para pedir votos. Todo el mundo sabía a quien votar. A Enémesis. Era un joven alto y moreno, de cabellos marrones y ojos negros. Vestía elegántemente y tenía un don para la palabra impresionante. Venía de una familia pobre y eso le daba confianza a los votantes.
Efectívamente, todos votamos a Enémesis. Un gran error, porque apenas le dieron el cargo empezó a oprimirnos. Senadria, nuestra ciudad, antes era un lugar repleto de vegetación, libre y en pleno contacto con la naturaleza era ahora un lugar frío y pobre, lleno del humo de las fábricas que Enémesis había construido y con guardias por todas partes. Todos los animales huyeron. En ese momento, toda la ciudad empezó a sentirse cada vez peor. Los animales eran el alma de nuestra ciudad. Eran alegres y juguetones, sin ellos la ciudad iba cada vez peor, más triste, se ponía mustia.
Pero la peor parte se la llevó nuestra familia, hija-en ese momento me miraba con sus marrones ojos tristes y su pelo marrón parecía ponerse mustio-. Raptaron a mi hermana gemela, tu tía y Enémesis la convirtió en su esposa.
Cuando cumplí veintisiete años, estaba embarazada de cuatro meses de ti, hija. Y por entoces mi hermana tuvo una hija.
Algunos aprovechamos los festejos para escapar. Estábamos hartos de tener miedo. La mayoría éramos del mismo barrio, estudiantes,  abuelos, madres(como la madre de Alium), padres, futuras madres(como yo)... Había también médicos y comerciantes. Todos dispuestos a huir por una vida mejor. Los guardias fronterizos seguían allí, en la frontera. Algunos murieron mientras intentaban atravesarla, pero otros muchos conseguimos huir. Cuando encontramos este prado, grande, luminoso y con agua y naturaleza por todas partes decidimos quedarnos aquí. Y construimos este pequeño pueblo. Pero nunca volvió a ser lo mismo. No volvimos a ver a ninguna de las criaturas o animales que había en nuestra antigua ciudad, aunque no fue por falta de búsqueda. Les buscamos por todas partes. Suponemos que se fueron muy lejos. Pero esos animales volverán. Seguro- en ese momento mi madre daba la historia por acabada y se iba. Y yo me quedaba pensativa, sentada. Es una historia larga, pero me encantaba que mi madre me la contase.

Estaba trabajando en el bareto cutre, oscuro y húmedo ese, con una bandeja en la mano, cuando se abrió la puerta y me pareció que se iluminaba la estancia.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Capítulo 1- El comienzo

Eran las tres y yo estaba esperando a que llegase Alium. Bueno, mejor me presento. Me llamo Niadicia, pero mis amigos me llaman Nía. En el momento en el que empiezo a narro tenía doce años. Y Alium trece. ¡Ah, si! Alium era mi mejor amigo. Por cierto, nacimos el mismo año, pero su cumpleaños es antes que el mío. Veamos... Me describo. Descripción física: 160 cm, pelo negro muy largo y ojos grises. Descripción psicológica: como una maldita cabra. Descripción de Alium. Física: 162 cm (nos estábamos midiendo siempre, quería ser más alta que él), pelo negro con flequillo (como yo, pero él lo tiene corto) y ojos verdes. Psicológica: igual que yo. Loco de remate. Por eso pasábamos el día juntos. Nuestras respectivas familias no nos aguantaban en casa. Bueno, la hermana pequeña de Alium si. Tenía seis años y era súper mona. Tenía el pelo rubio y los ojos de su hermano. Y un exceso de energía. En eso también se parecía a su hermano. Y me adoraba.
Como iba diciendo antes de que me interrumpieseis, maleducados, Alium llegó cinco minutos tarde, y, sin excusarse ni nada, me cogió la mochila y nos fuimos hacia el instituto.
Mi mochila era blanca. Bueno, era blanca a principio de curso. Ahora era marrón roña.
Por cierto, en ese momento faltaban dos semanas para que acabase el curso.
-¡Enana!- dijo Alium sacándome de mi mundo de yupi. Antes de que le pegase pasamos delante de la panadería.
-Kadán chicos- dijo Amselia, la hija de la panadera.
-Jakán, Ams- dijimos nosotros.
Explico: en Mórliver, mi pueblo, no tenemos idioma propio. Pero tenemos expresiones. Kadán es hola y jakán es buenas tardes. El resto ya os las iré diciendo.
Llegamos a clase a y veinte. Media clase estaba sobre las mesas. La otra media no, claramente. Dejé mi mochila en la silla y fui con Rurrune, una amiga mía muy loca. Le llamaba Rurru aunque lo odiase. Y como lo odiaba, lo hacíamos todos. Pero empecé yo. Soy cruel. Bueno, Rurru y yo estábamos muy locas. Prácticamente toda nuestra clase lo estaba. Vi a Rurrune y le dije:
-¡Rurruuu! ¡Guapa! Me encantas con el pelo así!- se había cortado el pelo. Pelo rojo, ojos azules, flequillo torcido, 1,58cm...
Ella me respondió:
-Me encanta tu conjunto.
Ese día iba con sueter y pantalones azules, vestido morado de lana de manga corta encima y botines morados con el pelo recogido. Y un abrigo morado hasta las rodillas.
Llegó la profesora y me senté. Igual que todas. A Alium y a mi nos cogieron para la obra de la clase. No queríamos, Atsar participaba en otras tres y yo en otras siete. Estaba en demasiados clubs...
-¿Vamos bajando?-preguntó Alium cuando acabó la clase, de mal humor.
-Por las escaleras, ¿eh?- le dije yo.
Tenía claustrofobia. De pequeña, a los ocho años, me quedé encerrada en un armario de mi casa cuando mis padres habían salido. Estuve ahí cuatro horas. Además en esa época tenía miedo a la oscuridad.

El tiempo que quedaba hasta las obras fue duro. Tenía que bailar una mezcla de varios estilos. Pero lo logramos. Las ocho.

Era el día de la obra. Estaba nerviosa. Me puse unos vaqueros y una sudadera con un montón de cosas en una mochila. Vestuario, maquillaje... Un gran montón de cosas. Alium pasó a por mi. Y fuimos hacia allí.
Mientras íbamos se oyó un ruido. Empezó a temblar el suelo. Llegaron unos vehículos raros de metal. Los que iban montados en esos vehículos empezaron a disparar redes. Alium y yo íbamos juntos.
Un vehículo pasó por nuestro lado. Y nos metieron a la fuerza en el vehículo.

Desperté un rato después en un vehículo, traqueteando. Del asiento de delante escuché voces.
-Si, si... Llevamos dos prisioneros. Una chica y un chico. Pequeños. De unos diez años. Si, somos el coche tres.
¿Diez? Pensé yo. Aparentaba catorce. Sin que se notase, moví la cabeza y vi a Alium a mi lado. Me tranquilizó. Estaba enamorada de Alium y tenerle a mi lado me quitó parte de la presión que tenía encima porque el coche era más bien pequeño. Alium abrió los ojos y me sonrió. En ese momento me pregunté cuanto tiempo llevaría ahí dentro. Al parecer bastante, porque en ese momento pararon el coche y me sacaron de allí por un brazo. Estaba en un sitio desconocido, no era cerca del pueblo. Me llevaron a una especie de bar. Giré la cabeza y grité:
-¡Alium!
Alium sacó la cabeza por la ventana y gritó:
-¡Nía!
Y me metieron en ese cuchitril. Al parecer era una taberna, y tenía que trabajar allí. Sin sueldo. Me dieron una especie de uniforme, una falda pantalón y una camisa corta. Y empecé a trabajar, pensando donde estaría. Y de repente recordé una historia que me contaba mi madre...